FÁBULAS

LA ORUGA Y LA MARIPOSA








    Cuentan que, en una pequeña charca, a los pies de una fuente, había una enorme morera donde Vivían unos pequeños seres que fabricaban seda.

    Aquella fuente servía agua fresca a todos los lugareños y el sobrante de agua servía para regar los campos que la rodeaban. 

    Aquellos pequeñísimos seres eran felices en su paraíso, vivían en el tronco de la enorme morera y comían sus tiernas hojas.

    En la copa de la morera vivía con sus padres y hermanos uno de estos pequeños seres, una larva de seda, sus hermanos algo más mayores ya eran gusanos adultos y protegían a la pequeña larva ante cualquier peligro.

    Le explicaban a su pequeño hermano que aquellos animales que cantaban tan bien, eran un peligro enorme, con su canto los hipnotizaban para comérselos. El pequeño Pelú, que así lo llamaban, temblaba al escuchar a sus hermanos mayores, estos lo enseñaron a esconderse, a reptar por el tronco, protegiéndose bajo sus hojas.

    En la enorme copa de la morera solo vivían adultos y el pequeño Pelú. El los imitaba en todo, pero se aburría, escuchaba a sus hermanos relatar sus aventuras de niños con otras larvas, en otros tiempos, la copa estaba llena de pequeños jugueteando, pero los pájaros acabaron con ellos y las parejas de orugas temerosas, decidieron poner sus huevos a la mitad del tronco, ya que cerca de las raíces era también peligroso, ya que el agua de la Caicuta, la gran fuente, cuando emanaba por los 6 caños inundaba el campo arrastrando con los huevos.

    Pelú escuchaba a sus hermanos con los ojos abiertos de par en par y apenas pestañeaba. Pasaron los días y el pequeño decidió hacer una excursión a la mitad del tronco, se escondía bajo las hojas y cada vez que escuchaba cantar a un pájaro, tapaba sus oiditos y lo único que sentía era su corazón acelerado.

    Casi llegando al poblado de Medio Tronco, conoció a una larva algo menor que ella, se miraron a los ojos y su corazón latió con más fuerza que por el miedo a los pájaros, pero esta vez su cara en vez de miedo, enseñaba una enorme sonrisa.

    Pelú no sabía que decirle al pequeño y este, se presentó, dejando tras el a otras larvas que lo acompañaban.

    El pequeño Pick que así se llamaba, le presento a sus amigas larvas y le enseño el poblado. Se hicieron inseparables y todos los días quedaron para jugar, sin darse cuenta se separaron cada día más del resto de larvas.

    Pick era un jovencito muy guapetón y las jóvenes del poblado se peleaban por estar con él, pero según pasaron los días, Pick y Pelú se hicieron inseparables, tanto que los adultos del poblado empezaron a hablar mal de ellos.

    Pelú lloraba cada vez que volvía a su poblado, temía que esos rumores llegaran a oídos de los padres del Pick y estos le prohibiera que se viesen.

    Cada vez que bajaba al poblado de Pick, notaba sobre sus espaldas la mirada hiriente de las demás orugas y los dos, ya jóvenes orugas, decidieron utilizar las enseñanzas de sus mayores de protegerse ante los pájaros, esta vez se esconderían de sus propias familias. Pick le decía a su amigo:


    –Prefiero morir picoteado por los pájaros que mordido por estas hienas. 

    Desde ese día comenzaron a vivir su amistad de forma furtiva. Pasaron los días y los jóvenes descubrieron que aquellos rumores que corrían por el pueblo, no eran solo rumores, cuando sus ojos se juntaban sus almas se unían y sus estómagos bullían como el vuelo de las mariposas.
    
    Un día tomaban sol sobre una enorme hoja de morera, estaban tan absortos en sus pensamientos que, al escuchar el canto de un pájaro, pusieron letra a su música, se cantaban todo aquello que se les prohibía decirse en público, casi terminando la canción, sus ojos, aún húmedos por alguna lágrima de emoción, se unieron dando rienda suelta a sus almas, Pelú se abrazó a su joven amigo y se fundieron en un beso.          

    Sus corazones se aceleraron marcando el ritmo de las enormes alas de un pájaro que venía hacia ellos para hacerlos su almuerzo.

    Pick lo vio venir y lanzo una hebra de hilo de seda arrastrando por el a su amigo, su compañero su amor. El pájaro hincó el pico en la rama del árbol y aleteaba con fuerza para poder soltarse de su prisión.
   
    Los jóvenes corrían por el hilo buscando una hoja con la que protegerse, cuando la voz de una de las jóvenes orugas les aviso de que no los seguía el pájaro aprisionado por el pico, los pequeños en vez de tranquilizarse se asustaron más temiendo haber sido descubiertos por la joven.

    Pelú cansado de esconderse, sugirió a su amor en convertirse en mariposas y huir de la morera, descubrir otros sitios, él había escuchado hablas de otros poblados donde daba igual quien fueras o como fueras, allí podrían vivir su amor sin miedos, pero Pick, sabía lo que opinaban las demás orugas de las Mariposas, y temeroso del que dirán, le dijo que no.

    –Pelú, yo no soy una mariposa, yo soy una oruga y esto que nos ha pasado, no volverá a repetirse, yo estoy enamorado de Any y en breve seremos padres.
Pelú corrió tronco arriba llorando, deseaba llegar a la copa y olvidar las palabras de su amor.

    Aquella noche fue durísima para él, daba vueltas y vueltas en su lecho de hojas hasta que el sueño lo venció.

    El joven Pick llevaba horas velando el sueño de Pelú, mirando escondido tras una de esas hojas que solía esconder su romance. Cuando vio que su amigo dormía, corrió sigilosamente por la rama hasta llegar a su lecho. Volvió a crear un hilo de seda y lo ató al dedo de su amor, cogió la otra punta del hilo y ató su dedo y como si de una ceremonia de casamiento se tratara dijo unas palabras:

    –Este hilo nos unirá para siempre, cada vez que pienses en mi tirará de mi dedo hacia el tuyo, estemos donde estemos, por muy lejos que sea, nos sentiremos unidos. En tus sueños el hilo me llevará a ti y en los míos no hará falta la ayuda del hilo, pues estarás siempre, ya que mi único sueño eres tú.

    Tras las palabras, una lagrima calló sobre el hilo y este se llenó de luces de colores. Se acercó a su boca y lo beso. La carita de Pelú se iluminó pues ya estaba soñando con su amigo.

    Al amanecer Pelú busco una rama desde donde se podía ver el poblado de Medio Tronco y allí comenzó a tejer con seda su crisálida.

    Pick subía todos los días a ver la crisálida donde su amado sufría la metamorfosis y una mañana cuando el sol salía tras una enorme montaña, un rayo de luz iluminó la crisálida y empezó a eclosionar.

    Temeroso de ser visto volvió a esconderse, temía que su Pelú no quisiera verlo, y vio como salía de aquel capullo de seda una hermosa mariposa, de su amor solo quedaba la cara, pero aquellos ojos tristes que vio el último día se habían llenado de luz. Abrió sus hermosas alas y las batió al viento. 

    La joven oruga sabía que ya no volvería a ver más a su amor, pero sonreía al verla feliz, desde su escondite la vio volar, podía huir a donde quisiera, ya nadie podría hacerle daño, pero descubrió que su amigo volaba hacia su poblado, fue a buscarlo, pero no lo encontró allí. Pick lloraba de dolor, pero sus miedos al que dirán podían más que su amor por él.

    La mariposa se alejó de la morera con la cabeza gacha y los ojos bañados en lágrimas, sabía que conocería a nuevas personas, que encontraría un nuevo trabajo, quizá hasta formaría su familia, pero sabía que en aquella morera dejaba su vida, dejaba a su amor.

    Pasaron los años, y Pick formo su familia, Pelú también, aunque nadie llenaba el vació que en su cuerpo dejo su corazón, aquel corazón que aún latía en la morera. Pick dejó a su familia y aun siendo oruga corrió hacia los poblados que había escuchado a los padres de Pelú, él se encontraba, pero no lo encontró jamás, solo aquel hilo de seda los unía en sueños, pero al despertar volvía a estar solo.

    Escuchaba a algunos que contaban que la hermosa mariposa era un cocinero, otros decían que había vuelto a casarse, siempre hablaban, fuera o no verdad.

    Pasó mucho tiempo y todo lo que sabían el uno del otro era lo que hablaban en el poblado. Un día la mariposa volvió a la morera, la fresca agua de la Caicuta, la despertó de su mal sueño y volvió a ella la añoranza, el hilo de seda cada vez se hacía más corto y su corazón volvió a latir de nuevo dentro de ella. 

    Dicen que empezó a revolotear entre risas y canciones que hablaban de su amor, de ahí estamos enamorados cuando decimos:

    –¡Tengo mariposas revoloteando en el estómago ¡

    La química que había entre esos dos seres era tan grande, que ese día hubo hasta pequeños terremotos que sintió Pick en la lejanía, de ahí el efecto mariposa.

    La joven mariposa vivió en la morera sola, pero sabía que antes o después la oruga volvería a buscarla, hasta que no llegase se verían en sueños.

    Si nunca has ardido por amor, si nada te hace enseñar el alma, si tu cara no dibuja sonrisas, si por el que dirán no vives, algo mal en tu vida. Cambia de actitud porque el que es de hablar seguirá hablando y al que por miedo no amas, lo seguirás amando.


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