POEMA DEDICADO A EL SAÚCO
Caballero de blanca armadura de Saúco,
que no de Lis, de cazos y sartenes te apartas.
¡Deja tiznes fogones y brasas!!
Esgrime tu osada audaz pluma,
pero ¡Voto a Bríos !,
¡Vive Dios!
No me preñes más doncellas sin casar y barriga me las dejes.
¡Ay! ¡qué será de ti! cuando tu faz
dejes libre y al mundo por fin enseñes tu cara, una que no mil,
¡he aquí el hombre! éste soy yo.
Terrenal y mortal, hueso y carne.
¿Tendrás Corte... y amigos sin fin?
Esperanza tengo que esto sea así, en este Mundo vil, envidioso y ruin.
María Ángeles García Rodríguez
MIS CINCO SENTIDOS
POTAJE DE ACELGAS
Cúllar 2011-1977
Hoy al salir de trabajar iba pensando en alguna cosa para escribir. Desde que salí de detrás del árbol no me concentro, es como si la seguridad de esa sombra me hubiera dado fuerzas, o, quizá ahora tengo
miedo de no dar la talla, bueno pues os seguiré contando:
Caminaba por Granada hacia mi casa y al mirar a un escaparate, he visto mi imagen reflejada en él, mi pelo estaba alborotado y en él se intuía aún la huella que deja mi gorro de cocinero.
He mirado la hora en mi reloj y he corrido en busca de una peluquería, eran las una y media del mediodía y a las dos cierran los negocios, así que iba a ser imposible cortar mi pelo. Justo cuando he aflojado mis pasos, mis ojos se fijaron en un pequeño escaparate, era una barbería y sin pensarlo he entrado en ella, al preguntarle al barbero si me podía pelar, este me respondió:
—Si hijo, detrás de este caballero vas tú.
El sonido de las tijeras cortando el pelo de ese señor empezaba a resultarme familiar, he cerrado los ojos y en mi mente afloraron recuerdos, olores, sonidos y un sin fin de sensaciones, parecía que iba a entrar en trance o quizá he entrado.
Recuerdo aquel sillón de barbería color blanco y con el asiento en madera, cada vez que iba, Agustín le ponía un cajón de madera sobre el asiento para alzarme y sobre este un cojín que sacudía y mullía para que me sintiese más cómodo, una vez me sentaba sobre el cajón, sacudía una especie de babero gigante azul celeste que Josefa su mujer recogía minutos antes del tendedero.
Mamá me daba la mano a la vez que daba instrucciones a Agustín Navarro, (El Agoní). El sonido de sus tijeras empezaba a escucharse antes de empezar a pelarme, yo miraba sus manos parecían estar tocando un instrumento musical, movía los dedos uniendo los dos ojos de las tijeras, parecían unas castañuelas.
Cuando acababa de pelarme, empezaba un ritual que a mí me encantaba, abría un gran bote de colonia y como si se fuera a lavar las manos, las rociaba y las frotaba, inmediatamente las posaba sobre mi cabeza y desde el centro de ésta hacia el cuello, ungía mi cabeza con esa colonia de hombre, (Varón Dandi)
Agustín me retiraba el gran babero lleno de pelos, uniendo sus cuatro puntas para que el pelo no cayese al suelo, aunque Josefa ya esperaba agarrada a su escoba.
Como era lo habitual cada vez que íbamos a la barbería, Agustín cogía un gran manojo de acelgas del tranco de su puerta y se las regalaba a mi madre, era lo único que odiaba de esa barbería, que al día siguiente nos tocaba comer potaje de acelgas con garbanzos.
Receta del, Potaje de Acelgas con Garbanzos
Ingredientes para 4 personas:
400 g. de garbanzos.
500 g. de acelgas.
2 zanahorias.
1 tomate maduro.
1 pimiento seco.
1 pimiento verde.
1 cucharada sopera de aceite de oliva.
1 puñado de sal.
1 cucharada de cominos en grano.
1 cebolla.
4 patatas en cascos.
3 dientes de ajo.
1 cucharada de avecrem.
1 cucharada de bicarbonato sódico.
1 cucharada de colorante alimentario.
2 litros de agua.
2 trozos de pan frito.
1 puñado de almendras.
Elaboración:
La noche anterior ponemos los garbanzos en un bol. Los cubrimos con abundante agua hasta cubrirlos. Le añadiremos sal y bicarbonato y los dejamos reposar toda la noche, de esta forma los garbanzos absorberán el agua hinchándose y poniéndose más tiernos.
Antes de cocinarlos pasado su tiempo de reposo, los escurrimos y los lavamos con abundante agua fría. Vertemos los garbanzos en la olla donde los vayamos a cocinar y añadimos, el tomate, las acelgas troceadas, el pimiento verde, la cucharada de aceite, la cebolla partida en cuatro cascos, las patatas troceadas, el pimiento seco, las zanahorias a rodajas, sal, avecrem, colorante y cubrimos de agua.
para servir a los comensales.
Es curioso que los pasos de los años han logrado que algo que no me gustaba hoy sea uno de mis platos favoritos.
—¿Niño es que te has dormido? -escuché en el mismo momento en que ingería la primera cucharada de potaje.
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